domingo, 22 de noviembre de 2020

Breves historias de Arauca de antaño

“voy a echa una travesía por los llanos araucanos, sobre la parte oriental por donde soy más baquiano, a pasear esos caminos que se me están olvidando, voy a hacerle una visita a los campos que me criaron, al monte y la costa del río donde yo vivía pescando,  porque de pronto me muero y vuelvo a visitarlos”. ¡Tiempos que no vuelven! Versos sabaneros de la autoría del cantautor Juan Fernando Farfán, inspirado en las travesías de los senderos araucanos durante su niñez y adolescencia. “Recordar es vivir” reza el viejo adagio. 

Nada mejor que volver la mirada al pasado y palpar aquellos recuerdos que jamás retornaran, pero que implícitos en la memoria, marcan huellas de herradura en lo profundo del corazón como acariciando una compañía hasta el fin de nuestra existencia.

Los tiempos buenos se acaban

Y si vuelven no los quiero

Porque los tiempos de ahora

No son como los primeros.

  Tiempos bonitos que se perdieron para siempre – dice Ramón Guerrero -llanero araucano, que recuerda con nostalgia las calles polvorientas de aquella vieja Arauca cuando los llaneros en sus caballos llegaban de la sabana con la maletera y el pollero en ancas de la bestia en busca de la posada. –«Éramos dueños de unas costumbres ricas y sanas» –asegura Guerrero.  

 El llanero aprovechaba las salidas al pueblo para descansar de las duras faenas del campo y propiciaba un espacio de diversión junto a sus amigos. Los bares y cantinas de la época eran sitios concurridos por el sabanero deseoso de unas cuantas cervezas frías o unos buenos palos de miche (tragos de aguardiente). Alrededor de los establecimientos oscurecían y amanecían los caballos amarrados  en los árboles mientras al interior se oía la estruendosa bulla de un grupo de amigos bajo los efectos del alcohol y un desentonado toca discos (tornamesa) por falta de pilas o por desgaste de la aguja, pero que no dejaba de repasar los LP de Dámaso Figueredo, Jesús Moreno, Juan de los Santos Contreras (el carrao de palmarito), Jesús Quintero (el tigre de mata negra), Ángel Custodio Loyola, por citar algunos artistas de aquella época. Cual más quería sostener un corto romance con la copera o cantinera del bar.


Lea la historia completa aqui en la Morena Stereo 

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