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Foto tomada de la Web |
Un
año después de la muerte de Eneas Perdomo, “el coplero errante”, artistas y
familiares aún no se reponen de tan irreparable pérdida. Perdomo se había
convertido en la voz sabia de las nuevas figuras del folclor que a diario
desfilaban por su casa para la organización y arreglos de composiciones,
solicitud de letras inéditas y escuchar los consejos del máximo jefe de la
canta llanera.
Le
escribió canciones al llano hasta el último día de su existencia y tenía
pensado grabar una producción discográfica con letras inéditas, y según decía,
se preparaba anímicamente y en técnicas del canto para entregarle un regalo final
al llano, pero la muerte no le dio tregua. Había nacido el 11 de julio de 1930,
en la población del “Yagual” Estado Apure (Venezuela), y falleció el pasado 25
de febrero del presente año en su residencia ubicada en San Juan de los Morros,
capital del Estado Guárico (Venezuela), víctima de una larga enfermedad que lo
postro en una silla de ruedas. Era hijo
de Vicente Perdomo y doña Rosa Carrillo, y desde joven se dedico a las faenas
del llano en el hato la Vaicera, La Trinidad, Hato el Cedral, Fundo Nuevo, La
providencia y otras fundaciones donde laboro como peón. No obstante, había
culminado la primaria y el primer año de bachillerato que para la época
representaba un alto nivel académico. En el año 1951 interpreto sus primeras
composiciones a través de Radio Guárico, en San Juan de los Morros. Desde entonces
el poeta perfilo su pluma con la que inmortalizo varias obras musicales, entre
ellas “fiestas en el Orza”, canción con la que salto a la fama y obtuvo cientos
de elogios nacionales e internacionales. “Con
esa canción floreció la simiente por el amor a
la música venezolana” - dijo
Cristóbal Jiménez - cantante venezolano, en una emisora venezolana cuando se le
rendía un homenaje póstumo a Perdomo.
Su primera producción discográfica la grabo para
el sello Discomoda y la tituló soga, despecho y alero, del poeta Cesar Sánchez
Olivo, autor de la canción cajón de Arauca Apureño, tema que le dio la vuelta
al mundo y que se inmortalizo en la voz del desaparecido Ángel Custodio Loyola.
Durante su carrera artística grabó más de cuarenta LP (long play), entre ellos El
Coplero Errante, Canto y Coplero, Soy Coplero, a lo Criollo, Bajo el Cielo Llanero,
Adiós Barrancas de Arauca, Romancero del Corrío, y Venezuela es Bellísima. -¡Todos mis discos son preferidos! Eso
porque los hice con el corazón y mucho cariño; sin embargo tengo algunos que me
gustaban cantar más. Por ejemplo, “Ondas del Arauca” – señaló Perdomo en
una de las últimas entrevistas que concedió para la prensa Venezolana. En la
misma entrevista censuro el trabajo de algunos folcloristas nuevos en el arte,
y dijo que se debería establecer una contraloría cultural para vigilar de
manera permanente lo que se va a grabar. – A
la nueva generación le aconsejo que tenga cuidado con lo que graba, sobre todo
atención a las letras. Eso pasa por la falta de autocritica y para ser bueno en
esto tiene que haber la autocritica- enfatizó el apureño. Sus canciones
llenaron de encanto a la sabana, e hizo al pasaje más complejo y hermoso, por tal
razón su fama se extendió por todos los rincones del llano y varios países
latinos, incluso, en algunas provincias americanas hablan de la música de Perdomo.
Recibió numerosos homenajes, más de 300 trofeos, placas y medallas que conforman
su palco de honor, entre los que se destacan la Orden al Libertador, Orden
Ricardo Montilla, Orden Vicente Emilio Sojo, Orden Sol Del Perú, y la Orden de
Honor del Congreso de EE.UU. En los últimos años se imposibilitó para
desempeñarse en sus quehaceres diarios, debido a un fuerte dolor en la columna
que lo postro en una silla de ruedas. -No
puedo cumplir mi oficio como lo hacía antes. Tengo una fuerte dolencia en la
espalda que no me deja hacer nada. Pero compongo canciones para los nuevos
intérpretes venezolanos- dijo a la prensa de su país. Pese a los fuertes
quebrantos de salud nunca se doblego ante el canto; meses antes de su muerte
había anunciado el deseo de grabar un nuevo disco. - El hecho que no pueda caminar no quiere decir que no pueda cantar. Poco
a poco, dándome mi tiempo, podría hacerlo. Lo he pensado. Yo me pongo en
cuerda, así como los gallos, y grabo de una en una ó de dos en dos canciones.
Cuando consiga la manera correcta de hacer esa tarea, lo haré. Sería con calma,
tardaría unos seis meses- afirmó en aquel entonces. En su residencia siempre
estuvo a la espera de amigos y folcloristas que venían a pedirle orientación y concepto
sobre proyectos de grabación. -Vienen artistas
a pedirme cosas. Yo les doy alguna música que tenga, o hago una nueva. Tengo un
arpa que me permite acomodar temas o replantearlos. Lo más trabajoso son los
pasajes – aseguraba. Un cuadernillo fue su confidente en los últimos años y
allí reposan algunas reflexiones y cientos de composiciones inéditas que su
familia guarda como un tesoro. Hoy lamentamos la partida de una gran figura
literaria y máxima expresión del canto llanero que no ha de regresar jamás,
pero la simiente del acervo puro y genuino permanecerá anclado a lo largo y
ancho del llano en la voz y estilo de Eneas Perdomo con su magistral obra
“fiestas en el Orza”. ¡Adiós para siempre Perdomo!
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