
Fotos cortesia de Llaroma |
Todo comenzó
finalizando el año 2009 cuando Laureano le dijo a su esposa Alida Medina que
había pasado la carta de renuncia de manera irrevocable a la empresa donde se
desempeñaba como vigilante porque estaba cansado de las largas y pesadas noches
sin acariciar un sueño y el trabajo cada vez le exigía mayor responsabilidad
ante la racha delincuencial que por eso días se tomaba los sectores vulnerables
de la ciudad de Arauca.
La noticia sorprendió a su esposa, no porque se opusiera a la renuncia – más bien, le resultaba inusual que renunciara por impulso, y más aun, cuando se acercaba la temporada decembrina, época de festejos y agasajos navideños en la que los gastos se ubican en primera fila. Meses antes de su renuncia Laureano había entrado en una etapa de reflexión acerca de su futuro laboral; notaba que el sueldo no le alcanzaba para cubrir sus necesidades y las dolencias tanto físicas como emocionales se apoderaban de su cuerpo. Sentía que su trabajo lo realizaba por necesidad, mas no por satisfacción como para dar buenos resultados similares a los de cualquier empleado cuando se siente feliz con lo que hace. Días antes había pedido un aumento de salario pero la gerencia negó su petición. Desde entonces la insatisfacción aumento progresivamente y ya no quería presentarse a los turnos correspondientes. Pero algo particular ocurrió una noche poco antes de su renuncia. Había una fuerza interior que lo impulsaba a tomar una decisión con la que seguramente cambiaria el panorama de su vida y aniquilaría las tiranizadas noches de vigilancia que le roban su felicidad. Recordó que en su juventud trabajo en muchos hatos y fundaciones en el Departamento de Casanare, y que aparte de ejecutar las faenas llaneras, aprendió a tostar café al lado de Teolinda Acosta, tía del ex gobernador de Arauca, Julio Acosta, y esposa de Rafael Jiménez, dueños del fundo Cunaviche, jurisdicción de Hato Corozal (Casanare). – Voy a tostar y vender café y seré dueño de mi propia empresa – se dijo mentalmente una y mil veces. Pese al desconocimiento del marketing y ventas y de grandes campañas exitosas, esa noche diseño los planos y elementos con los arrancaría su empresa una vez recibiera la liquidación. Estaba seguro que se trataba de una excelente idea para analizarla en clave al valor que le aportarían sus clientes y obtener resultados en el tiempo. A los pocos días revelo el plan a su familia aprovechando la presencia de su sobrina Sandra Milena Flórez, administradora de empresas y quien se convirtió en el cerebro del proyecto. – hágalo tipo empresa tío – dijo la sobrina. Al día siguiente Sandra lo sorprendió con el nombre y el logotipo de la empresa. – Se llama Café Llaroma – dijo la sobrina – y significa Llano, Arauca y aroma. Laureno no hizo objeción al respecto puesto que todo le pareció espectacular. En febrero de 2010 arranco en forma con el proyecto empresarial. Se armó de dos molimos manuales de uso casero, un caldero mediano y una paleta de madera para revolver los granos antes y después de agregar el azúcar. Las primeras ventas las realizó su hermano Nelson López en una bicicleta de reparto con un significativo volumen de ventas que superaban los cuarenta termos diarios, pero este abandono el cargo para dedicarse a las labores del campo. – Yo le daba a ganar mil pesos por cada termo, pero no le pareció bien y se fue para la sabana y, de ahí en adelante tome las riendas del reparto callejero –asegura Laureano. Pese a la desenfrenada venta del producto Café Llaroma avanza con la conquista de grandes nichos de mercados y la fidelización clientes duraderos y satisfechos con la calidad del producto y con la firme convicción que su marca será reconocida a nivel mundial. Y es que el amor que procesa por su tierra araucana es tan grande como el llano mismo que no le cabe en el pecho. –No entiendo porque la gente pierde su tiempo detrás de los políticos con la excusa que no hay nada que hacer, cuando lo que necesitamos es gente trabajadora, creativa y emprendedora con visión de empresa, y ojala tengan en cuenta que las grandes empresas nacen de las cosas pequeñas- afirma. Aunque el accionar laboral lo desarrolla de manera empírica, Laureano tiene visión global en los diferentes asuntos que intervienen en el proceso de desarrollo empresarial, y con una gran inteligencia emocional, capaz de tender puentes con expertos en la materia para superar las dificultades. Por eso le apuesta a un equipo multidisciplinario que le permita pasar de la innovación personalista, puntual e invertebrada-, a una nueva forma de innovar en equipo.
La noticia sorprendió a su esposa, no porque se opusiera a la renuncia – más bien, le resultaba inusual que renunciara por impulso, y más aun, cuando se acercaba la temporada decembrina, época de festejos y agasajos navideños en la que los gastos se ubican en primera fila. Meses antes de su renuncia Laureano había entrado en una etapa de reflexión acerca de su futuro laboral; notaba que el sueldo no le alcanzaba para cubrir sus necesidades y las dolencias tanto físicas como emocionales se apoderaban de su cuerpo. Sentía que su trabajo lo realizaba por necesidad, mas no por satisfacción como para dar buenos resultados similares a los de cualquier empleado cuando se siente feliz con lo que hace. Días antes había pedido un aumento de salario pero la gerencia negó su petición. Desde entonces la insatisfacción aumento progresivamente y ya no quería presentarse a los turnos correspondientes. Pero algo particular ocurrió una noche poco antes de su renuncia. Había una fuerza interior que lo impulsaba a tomar una decisión con la que seguramente cambiaria el panorama de su vida y aniquilaría las tiranizadas noches de vigilancia que le roban su felicidad. Recordó que en su juventud trabajo en muchos hatos y fundaciones en el Departamento de Casanare, y que aparte de ejecutar las faenas llaneras, aprendió a tostar café al lado de Teolinda Acosta, tía del ex gobernador de Arauca, Julio Acosta, y esposa de Rafael Jiménez, dueños del fundo Cunaviche, jurisdicción de Hato Corozal (Casanare). – Voy a tostar y vender café y seré dueño de mi propia empresa – se dijo mentalmente una y mil veces. Pese al desconocimiento del marketing y ventas y de grandes campañas exitosas, esa noche diseño los planos y elementos con los arrancaría su empresa una vez recibiera la liquidación. Estaba seguro que se trataba de una excelente idea para analizarla en clave al valor que le aportarían sus clientes y obtener resultados en el tiempo. A los pocos días revelo el plan a su familia aprovechando la presencia de su sobrina Sandra Milena Flórez, administradora de empresas y quien se convirtió en el cerebro del proyecto. – hágalo tipo empresa tío – dijo la sobrina. Al día siguiente Sandra lo sorprendió con el nombre y el logotipo de la empresa. – Se llama Café Llaroma – dijo la sobrina – y significa Llano, Arauca y aroma. Laureno no hizo objeción al respecto puesto que todo le pareció espectacular. En febrero de 2010 arranco en forma con el proyecto empresarial. Se armó de dos molimos manuales de uso casero, un caldero mediano y una paleta de madera para revolver los granos antes y después de agregar el azúcar. Las primeras ventas las realizó su hermano Nelson López en una bicicleta de reparto con un significativo volumen de ventas que superaban los cuarenta termos diarios, pero este abandono el cargo para dedicarse a las labores del campo. – Yo le daba a ganar mil pesos por cada termo, pero no le pareció bien y se fue para la sabana y, de ahí en adelante tome las riendas del reparto callejero –asegura Laureano. Pese a la desenfrenada venta del producto Café Llaroma avanza con la conquista de grandes nichos de mercados y la fidelización clientes duraderos y satisfechos con la calidad del producto y con la firme convicción que su marca será reconocida a nivel mundial. Y es que el amor que procesa por su tierra araucana es tan grande como el llano mismo que no le cabe en el pecho. –No entiendo porque la gente pierde su tiempo detrás de los políticos con la excusa que no hay nada que hacer, cuando lo que necesitamos es gente trabajadora, creativa y emprendedora con visión de empresa, y ojala tengan en cuenta que las grandes empresas nacen de las cosas pequeñas- afirma. Aunque el accionar laboral lo desarrolla de manera empírica, Laureano tiene visión global en los diferentes asuntos que intervienen en el proceso de desarrollo empresarial, y con una gran inteligencia emocional, capaz de tender puentes con expertos en la materia para superar las dificultades. Por eso le apuesta a un equipo multidisciplinario que le permita pasar de la innovación personalista, puntual e invertebrada-, a una nueva forma de innovar en equipo.
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