Foto tomada de la web |
José Jimenez, el pollo de Orichuna, partió a la eternidad, dejando un legado musical inolvidadble en el llano colombo venezolano. Fue sin duda una extraordinaria voz que durante décadas mantuvo a un sin número de seguidores y enamorados de su estilo criollo original, típico del hombre parrandero en los bailes y parrandas sabaneras.
A continuación la descripción de su biografía tomada de http://culturallanera7.blogspot.com/2013/07/jose-jimenez-el-pollo-de-orichuna-disco.html
El 21 de abril de 1944 nació en la Trinidad de Orichuna, el popular coplero y cantautor venezolano, José Anselmo Jiménez, conocido en el ambiente artístico llanero como José Jiménez -El Pollo de Orichuna-, leyenda indiscutible del canto criollo vernáculo, a quien por invitación de un amigo suyo, el poeta Arelis Mena, tuvimos el honor de visitar el día 13 de febrero de 2013, en su casa de habitación, ubicada el sector Corocito de la ciudad Marquesa, Barinas, donde fuimos recibidos con sencillez, pero, en un ambiente de exquisita cordialidad, hospitalidad y camaradería. Allí fuimos acompañados también de los cantautores portugueseños Habrahán Aguilar y José Molina, seguidores y admiradores del arte y estilo del cantor orichunero.
Por cierto, para los que no conocen o no conocemos muy bien la geografía apureña, a veces se tiende a confundir Arichuna con Orichuna o algunos piensan que es lo mismo, pero no, Arichuna es cabecera de la parroquia Peñalver del municipio San Fernando y la Trinidad de Orichuna, es un añoso pueblo del municipio Rómulo Gallegos, en el Alto Apure.
De esos indios Yaruros y Guahibos, históricamente pescadores, recolectores y artesanos, germinó y como la planta buena comenzó temprano a dar los primeros frutos José Jiménez y, aunque según él mismo expresa con dolorosa nostalgia, no fue nada fácil y así lo imaginamos, sobre todo para un joven campesino, que solo sabia cantar pasajes y corríos, domar potros salvajes, ordeñar vacas y vadear ríos y caños torrentosos, incursionar en el difícil mundo del arte y el espectáculo, actividad que en ese entonces solo veía con buenos ojos, lo importado, soslayando casi completamente a los artistas criollos, más que todo a los que se dedicaban a cultivar el joropo llanero, que apenas en esos años, hacia tímidas incursiones en la gran Caracas.
José Jiménez -El Pollo de Orichuna-, es uno de los cantautores de una época que no se sabe si llamarla dura o dorada, debido a las adversidades que tuvieron que afrontar para darle el sitial que hoy merece la música llanera venezolana, pues, en esos años tuvo la posibilidad de actuar y trabajar al lado de los grandes cultores y promotores del joropo como expresión de la venezolanidad y, también como una manera muy digna de ganarse la vida, estos hombres trabajando honradamente, en los tiempos de la Venezuela difícil.
José Jiménez -El Pollo de Orichuna-, es conocido mayormente como coplero, pues, su potente voz y extraordinaria capacidad para improvisar versos le hicieron convertirse desde muy joven, en uno de los mejores copleros de los llanos del Orinoco, pero, además Jiménez es un excelente compositor de leyendas, canciones y romances. Entre sus obras más conocidas, podemos mencionar; Criollísima, Llaneros de Soga en Mano, Leyenda de Federico y Mandinga, Leyenda de Juan Machete, Historia de la Sayona, Puros Contrapunteos, Corazón enfermo, De visita en Portuguesa y Romance, Pueblo y Sabana, entre muchos otros trabajos, que hacen del Orichunero una referencia del canto recio, vernáculo y, por ende patrimonio cultural de la nación.
“Muchacha flor de mi tierra/
muchacha flor de mi tierra/
en tu campo soy nacido/
yo me enamoré de ti/
yo me enamoré de ti/
el día que nos conocimos/.
Con este estos veros, convertidos en un pasaje de corte romántico costumbrista y su fama de relancino coplero, recorrió el territorio nacional y, hoy con más 50 años de fructífera carrera, luego de haber superado una dolencia renal, dedica parte de su tiempo a la enseñanza del canto y el baile del joropo, puesto que este legendario coplero, es también un excelente bailador, según él sobre todo del joropo original, ese que se aprendía y se enseñaba en las parrandas del llano, donde todos acudíamos espontáneos para disfrutar de un encuentro con nuestra propia esencia y/o herencia, por cierto muy distintas a las fiestas de hoy día, donde el centro de todo es el interés económico. Este distinguido personaje de nuestra llaneridad, que es igual a decir venezolanidad y americanidad, por su carga de valores culturales, morales, éticos y humanos sociales, debería ser tomado en cuenta a la hora de seleccionar los Premios Nacionales de Cultura, por constituir un digno ejemplo para las generaciones sucesoras.
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