
Prestó servicio militar en TAME
Arauca, donde vivió un sin número de experiencias y anécdotas que contaba con
agrado; decía que fue guarda del resguardo y nuevamente
ingresó a las filas
militares con la antiguerrilla del entonces; caso obligatorio para los
reservistas. En el año 1942 contrajo matrimonio con doña Maria del Rosario
Gallardo, conocida en la sociedad como doña Rosita de Torres, con quien
compartió 54 años de vida matrimonial, hasta el 11 de abril de 1996 cuando doña
Rosita partió a la eternidad.
Uno de sus primeros trabajos fue
la comercialización de cerdos que traía desde la vereda Marrero y otros
vecindarios cercanos, actividad que concatenaba con la ganadería, hasta el
punto de ganarse la confianza de los finqueros o dueños de hato. Nunca firmó
documentos de compromisos, todo el tiempo le dio cumplimiento a su palabra y prefería
negociar con hombres serios para evitar alegatos o pleitos. Torres frecuentaba
muchas fincas, entre ellas la
Rosita de propiedad del señor Arturo Morales (q.e.p.d.),
donde tenía algunas reces de su propiedad; fundo el Palenque, de propiedad de
su pariente Carmelo Pinzón (q.e.p.d.), con quien tranzó negocios de
ganadería; fundo Sanojero de su compadre Ramón Bello (q.e.p.d.), donde cultivó
una rosa que le dio el fruto de dos hijos, “Willians y Cesar Torres”.
El 21 de octubre de 1964 Torres arreaba
una ganadería hacia la ciudad de Arauca en compañía de varios llaneros; esa
tarde torres mando a Ramón Gutiérrez para que propusiera comida y hospedaje en
el fundo el Vergel, vereda la Saya, porque el sitio gozaba
de amplios potreros y corrales para el encierro y además las casas eran amplia
donde podían colgar hamacas y chinchorros sin estorbo alguno. María de Jesús
Balta, (cocinera del fundo), con nueve meses de embarazo, se encontraba sola encerrada
en una habitación haciendo el trabajo de parto puesto que su esposo José Angel
Guadasmo (q.e.p.d.), había salido al pueblo (población de Arauca) para comprar los
menesteres del paritorio. La mujer le solicitó ayuda a Gutiérrez, pero este por
nerviosismo regreso de prisa para avisarle a Torres y a la vez se encargara del asunto. Esa
noche Guadasmo, esposo de la parturienta, retorno del pueblo y se encontró con
la agradable sorpresa que torres había cortado el cordón umbilical y tanto la madre
como la criatura se encontraban en buen estado de salud. De allí surgió la idea
del compadrazgo y se bautizo a la criatura con el nombre de Gregorio Balta.
Fue en esos viajes de ganaderías que
conoció a doña Alida Aguilera (q.e.p.d.), mujer campesina que afrontaba la descompostura
de un brazo por causa de una fuerte caída. Don Jesús nunca había practicado la
sobandería, y de hecho no le gustaba el oficio, pero necesitaba calmarle el
dolor a la mujer para que le preparara comida. Así fue que doña Alida se
convirtió en la primera persona con quien inicio el arte de sobandero. No
utilizo yeso para las fracturas, simplemente se valía de unas diminutas tablas
o tablillas, elemento de invención casera que colocaba en contorno de la
fractura que ejercía el efecto de soldar. Muchos fracturados lloraban y
gritaban porque no soportaban los tallones que Torres ejercía con sus manos
untadas de vick vaporub sobre la parte afectada.
Después de su
partida a la eternidad, don Jesús sigue siendo recordado por la sociedad araucana,
pues los más de 30 años que dedicó al arte de la sobandería, le merecieron el
titulo de excelente sobandero, y seguirá siendo por siempre el sobandero del
pueblo.
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