sábado, 20 de octubre de 2012

Jesús Torres, ganadero y sobandero recordado por la sociedad araucana



Jesús Alejandro Torres, nació el 06 de diciembre de 1917 en Arauca. Hijo legitimo de Luisa Ramona Torres y Emilio Cisneros. Nunca se desprendió de Arauca, toda la formación que heredó de sus padres, la forjó entre el campo y la ciudad. Desde niño se destacó por su extraordinaria vocación de servicio, supremacía que conservó hasta el día de su muerte.

Prestó servicio militar en TAME Arauca, donde vivió un sin número de experiencias y anécdotas que contaba con agrado; decía que fue guarda del resguardo y nuevamente
ingresó a las filas militares con la antiguerrilla del entonces; caso obligatorio para los reservistas. En el año 1942 contrajo matrimonio con doña Maria del Rosario Gallardo, conocida en la sociedad como doña Rosita de Torres, con quien compartió 54 años de vida matrimonial, hasta el 11 de abril de 1996 cuando doña Rosita partió a la eternidad.

Uno de sus primeros trabajos fue la comercialización de cerdos que traía desde la vereda Marrero y otros vecindarios cercanos, actividad que concatenaba con la ganadería, hasta el punto de ganarse la confianza de los finqueros o dueños de hato. Nunca firmó documentos de compromisos, todo el tiempo le dio cumplimiento a su palabra y prefería negociar con hombres serios para evitar alegatos o pleitos. Torres frecuentaba muchas fincas, entre ellas la Rosita de propiedad del señor Arturo Morales (q.e.p.d.), donde tenía algunas reces de su propiedad; fundo el Palenque, de propiedad de su pariente Carmelo Pinzón (q.e.p.d.), con quien tranzó negocios de ganadería; fundo Sanojero de su compadre Ramón Bello (q.e.p.d.), donde cultivó una rosa que le dio el fruto de dos hijos, “Willians y Cesar Torres”.


El 21 de octubre de 1964 Torres arreaba una ganadería hacia la ciudad de Arauca en compañía de varios llaneros; esa tarde torres mando a Ramón Gutiérrez para que propusiera comida y hospedaje en el fundo el  Vergel, vereda la Saya, porque el sitio gozaba de amplios potreros y corrales para el encierro y además las casas eran amplia donde podían colgar hamacas y chinchorros sin estorbo alguno. María de Jesús Balta, (cocinera del fundo), con nueve meses de embarazo, se encontraba sola encerrada en una habitación haciendo el trabajo de parto puesto que su esposo José Angel Guadasmo (q.e.p.d.), había salido al pueblo (población de Arauca) para comprar los menesteres del paritorio. La mujer le solicitó ayuda a Gutiérrez, pero este por nerviosismo regreso de prisa para avisarle a Torres y a la vez se encargara del asunto. Esa noche Guadasmo, esposo de la parturienta, retorno del pueblo y se encontró con la agradable sorpresa que torres había cortado el cordón umbilical y tanto la madre como la criatura se encontraban en buen estado de salud. De allí surgió la idea del compadrazgo y se bautizo a la criatura con el nombre de Gregorio Balta.

Fue en esos viajes de ganaderías que conoció a doña Alida Aguilera (q.e.p.d.), mujer campesina que afrontaba la descompostura de un brazo por causa de una fuerte caída. Don Jesús nunca había practicado la sobandería, y de hecho no le gustaba el oficio, pero necesitaba calmarle el dolor a la mujer para que le preparara comida. Así fue que doña Alida se convirtió en la primera persona con quien inicio el arte de sobandero. No utilizo yeso para las fracturas, simplemente se valía de unas diminutas tablas o tablillas, elemento de invención casera que colocaba en contorno de la fractura que ejercía el efecto de soldar. Muchos fracturados lloraban y gritaban porque no soportaban los tallones que Torres ejercía con sus manos untadas de vick vaporub sobre la parte afectada.

Después de su partida a la eternidad, don Jesús sigue siendo recordado por la sociedad araucana, pues los más de 30 años que dedicó al arte de la sobandería, le merecieron el titulo de excelente sobandero, y seguirá siendo por siempre el sobandero del pueblo.


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